Hoy me encontré tomando mi matutino café y me planteé lo genial que es redescubrir los placeres cotidianos. O sea, disfrutar de esas pequeñas cosas que me pierdo porque pasaron a ser rutinarias.
Me pregunté por qué algo que se comenzó haciendo por absoluto placer, termina siendo solo un paso más del día a día. Si, un paso, ni siquiera una actividad porque con el pasar del tiempo la realizamos en forma tan automática como caminar.
Tomo el ejemplo del café solo porque me parece abarca a muchos de ustedes también. Les debe pasar, como a mí, que al preparar el café ya no le prestan atención a su aroma, ni al tomarlo mientras leen las noticias del día. Pasa a ser un trámite más para comenzar la jornada. Lo mismo, si tenemos por costumbre tomarlo antes de sentarnos a comenzar con nuestro trabajo o mientras nos dirigimos a él.
¿Qué pasó?
Exactamente eso me pregunté. Llegué a la conclusión que solo se convirtió en rutinario. Dejó de ser una actividad que realizaba por placer para pasar a ser “algo” más dentro de mi día a día. No me gustó en lo absoluto porque tomé conciencia de la cantidad de placeres de los que me estoy perdiendo al hacer actividades que hoy son solo parte de la costumbre.
Creo que en la costumbre está el tema. Si me acostumbro a hacer algo y lo hago solo por eso -por costumbre- ese algo pierde esa pizca de fascinación que tenía al principio. Volviendo al café, dejo de disfrutar de su aroma y de ese ratito de calma que representa antes de comenzar con la tormenta del día a día. Si la costumbre es comprarlo y caminar con él en la mano todo eso también pasa a ser solo un trámite.
Propongo volver redescubrir los placeres cotidianos, esas pequeñas acciones cotidianas que son maravillosas!
Propongo redescubrir esos actos que se convirtieron solo en costumbre. Si logramos volver a sentirlos como si fuera la primera vez que los realizamos por placer, habremos alcanzado un renovado gusto y alegría al realizarlos. Propongo volver a disfrutar como si fuera la primera vez que descubrimos el aroma del café al prepararlo, la tranquilidad de sentarnos y sentir ese ratito de satisfacción al saborearlo ya sea en casa, en el trabajo, en la oficina o caminando.
Creo que todo se centra en redescubrir cuales son las cosas que hoy hacemos como autómatas pero que en realidad comenzamos haciendo por solo placer. Redescubrirlas, dejar que vuelvan a abrazarnos y disfrutar de la sola idea de eso que vamos a hacer. Escribiendo este post rescaté de mí dia a día algunas:
- El café después de haber hecho mi rutina de gym, y por supuesto el aroma al prepararlo
- Ponerme cremas
- Perfumarme
- Maquillarme
- Elegir mi atuendo
- Saborear el café mientras camino en mi ida a la oficina
- La media hora que tengo solo para mí al ir y al volver a trabajar
- Cocinar
Esto es lo que se me ocurre ahora. La verdad es que espero encontrar escondidas en mi rutina muchísimas más acciones que se fueron convirtiendo en costumbre pero que comenzaron siendo verdaderos placeres que hacen mi vida más feliz.
Así como el sabio no escoge los alimentos más abundantes, sino los más sabrosos, tampoco ambiciona la vida más prolongada, sino la más intensa
Epicuro (341 a.C. – 270 a.C.) – filosofo y pensador griego