Como ya saben, escribo sobre lo que me pasa y hoy se me cruzaron los regalos que nos hacemos. Tal cual, ¿alguna vez se pusieron a pensar las cosas que hacemos tan solo por que las sentimos como un regalo que nos hacemos a nosotros mismos?.
Yo ya les conté que tengo la bici fija en el balcón y la uso muy pero muy temprano a la mañana, en general con el amanecer (sin comentarios. jijiji .. soy feliz así). Hace como tres días que mi bici está descansando. La verdad que me sentí la peor del mundo: que no me ocupo de mi salud física, que tengo poca fuerza de voluntad, etc., etc.
Vinieron los por qué
Sin embargo la bici sigue ahí, tranquila y yo sin ganas de usarla. Después de enojarme conmigo misma pensé: ..si me encanta usar la bici.. ¿Qué está pasando?. Uniendo cabos me di cuenta que en realidad me estoy levantando bastante más tarde, por lo que en lugar del amanecer lo que veo es el día.
Claro!!!! Pensé, acá está la respuesta. La verdad es que hacer bici fija es bastante aburrido. Pero lo que en realidad me encanta cuando salgo al balcón al amanecer es la tranquilidad del momento, el aroma a mañana temprano, ver como empieza a despertarse la ciudad, hora de leer noticias tranquila.
Y aca la respuesta: los regalos
Todos esos son regalos que me hago. En realidad todo eso que disfruto es un gran porcentaje de la motivación para hacer bici fija. Si bien sé que es maravilloso para mi salud y demás, hacer bici solo y sin mis regalos, ya no tiene gracia. Sentarme a pedalear sin todo lo demás no tiene gracia ni me causa placer.
Esto me llevó a pensar que seguramente cada actividad que hacemos debe tener su buen porcentaje de regalos para nosotros mismos. No es lo mismo sentarme a tomar el típico café luego de haber caminado una hora que sentarme a esperar a alguien con el mismo café. El primero tiene ese gustito a regalo luego de la tarea cumplida, mientras que el segundo es un trámite.
Es más, la verdad es que salir a caminar por caminar no me gusta nada de nada. Si salgo a caminar por caminar, mi único destino es un hermoso lugar en el que suelo sentarme a tomar café y disfrutar del lugar antes de emprender el regreso. Regalo doble: el café, el lugar, la naturaleza, la tranquilidad y lo hermoso que me parece ese momento.
Seguro que si busco voy a encontrar muchísimos más regalos esperándome desparramados por todas partes. El tema es encontrarlos, darse cuenta que están. Muchas veces “lo obvio” nos pasa por delante sin que nos demos cuenta y nos lo estamos perdiendo.
Encontremos en cada cosa que hagamos el regalo que nos estamos haciendo.
yo