Si están convencidos que siempre la culpa la tiene otro, los invito a repensar aunque sea un poquito sobre el tema. Si un hecho nos afecta y realmente no tuvimos nada que ver, es más que obvio que la culpa la tiene un tercero. Como ejemplo pensemos en nuestro automóvil perfectamente estacionado dentro de un garage. El acomodador, intentando estacionar otro auto, se equivoca: en lugar de poner marcha adelante pone marcha atrás y uffffff! impacta de lleno en nuestro auto. No son estos los casos en los que estoy pensando.
Muchísimas son las veces en que las cosas no nos salen como queremos, o nos salen directamente mal. Lo primero que hacemos es echarle la culpa a otro. Estamos convencidos que hicimos las cosas realmente espectacular, que no fallamos en nada y que fue otro el que tuvo la culpa de que no salieran como pensábamos.
Si la culpa siempre la tiene otro….
Me parece que es hora de sentarnos con nosotros mismos y analizar con toda objetividad si realmente la culpa fue de otro o bien tuvimos algo o mucho que ver. Tratar de sincerarnos en la intimidad de nuestra mente para lograr ver y analizar las cosas como si fuéramos nuestros mejores amigos.
Pero amigos de verdad, no de los que nos dan siempre la razón. Amigos de los que nos dicen las cosas tal como son aunque sean dolorosas y poco atractivas.
Claro que no es sencillo reconocer las propias culpas
Pero si logramos verlas podremos solucionarlas. Si lo que hacemos nos parece excelente y sin falla alguna, pero así y todo no logramos nuestros objetivos, estaría bueno empezar a analizar. Tal vez sea que repetimos lo mismo una y otra vez, convencidos de su perfección pero los resultados nos demuestran que algo anda mal. Y si realmente es así, por qué no cambiar.
Propongo que aprendamos de nosotros mismos, de nuestros errores y fracasos. Será doloroso ver que nos equivocamos. Pero también será la única forma de aprender que hay que abandonar ese camino para encontrar otro que nos lleve hasta donde queremos llegar.
Es más, soy una convencida que en cuanto empezamos a realizar esta práctica, nuestros errores y sus consecuentes fracasos nos empezarán a doler muchísimo menos. Habremos aprendido que como seres humanos que somos, nos equivocamos, pero que en la otra mano tenemos la posibilidad de aprender del error para no repetirlo. Doy un ejemplo personal de cambio de camino con el tema del sobre peso, aquí pueden ver como. No me creo perfecta ni mucho menos y no todo me sale bien, pero cuando aplico lo que estoy tratando de transmitir, el resultado es genial.
El resultado
Será que al comprender dónde estuvo nuestro error y sus consecuencias, pasamos ser conscientes de él. Podremos evaluarlo y analizarlo con lo cual no solo no volveremos a repetirlo en esa circunstancia sino tampoco en ninguna otra.
Estaremos más felices con nosotros mismos sabiendo que no dejamos que las cosas se nos escapen de las manos. Que somos capaces de volver a intentar una y otra vez aquello en lo que fracasamos pero haciéndole frente desde otros ángulos diferentes hasta que encontremos el correcto y hayamos triunfado en nuestro propósito. ¿Qué mejor regalo?
Si les interesó el tema pueden verlo analizado desde un punto de vista psicológico en este artículo donde me da la impresión está muy bien explicado.
Los errores fortalecen, a condición de no dejarse abatir por ellos, y enseñan lo que no se ha de hacer otra vez, lo que se ha de evitar.
Noel Clarasó (1899-1985) escritor y guionista español